EL PROYECTO EOLICO DE CANTABRIA VISTO DESDE LEJOS. GRUPO ANDER ALTAMIRA desde ITALIA

Este año 2010 no ha comenzado con una buena noticia para Cantabria, las prisas la pausa de reflexión decidida por el del gobierno regional para reconsiderar su proyecto de energía eólica. Sigo a distancia este asunto que, a la vista de la información de que dispongo, considero un serio desafío para mi región natal.

Las líneas que siguen subrayan las razones de esa importancia. A continuación se señalan objeciones al proyecto actual y se apuntan algunas opciones que abre esta pausa.

1-UN PROYECTO DE SUMINISTRO ELÉCTRICO PARA CANTABRIA.
El proyecto eólico se plantea como un aspecto esencial de un plan de suministro de energía para Cantabria. Este plan de abastecimiento de electricidad a nuestra región es de importancia estratégica para el futuro de la economía regional y, por tanto, su mayor o menor acierto afectará a la competitividad de nuestras empresas y al bienestar de nuestros ciudadanos.

El sector de la energía además de importante es complejo y no siempre un ejemplo de transparencia. Pero, en todo caso, en el sector rige también el principio económico de que una alteración de los costes de la producción acaba reflejándose en el precio de la electricidad para el consumidor, ya sea en la tarifa o a través de otras cargas.

El proyecto energético para Cantabria se plantea en un momento en el que las Comunidades Autónomas llegan, por decirlo así, a su mayoría de edad fiscal, al coincidir algunos factores que restringen drásticamente sus fuentes de financiación . Me refiero a que España y sus regiones dejan de ser beneficiarias de los Fondos Estructurales Europeos y están vinculadas al control del déficit público obligado para los Estados Miembros de la Unión Monetaria. La crisis, además, afecta a la situación financiera de las Comunidades al rebajar los ingresos fiscales por menor actividad y aumentar algunas cargas. El final de un largo ciclo de crecimiento ha secado las antiguas fuentes de financiación de las Administraciones locales y regionales derivadas de la demanda de suelo.

Por otra parte, el marco de una competencia que hoy es global exige a la economía de Cantabria el mayor acierto en sus apuestas de futuro.

2-REPAROS AL PROYECTO EÓLICO
Entrando en los méritos del proyecto eólico, la idea de instalar unos 700 molinos con turbinas eólicas que sumarían unos 1400MW se presenta como el medio para obtener esa energía limpia y renovable, que equivaldría al 80% del consumo eléctrico de la región. Esta propuesta plantea, en mi opinión, los siguientes inconvenientes:

- TECNICOS
El proyecto, como es lógico, no explica algo que se da por sabido, que en la energía eólica hay una diferencia sustancial entre la capacidad de potencia instalada, en este caso equivalente al 80% del consumo de Cantabria, y la producción real, es decir la electricidad disponible, que por definición es difícil de determinar porque no siempre sopla el viento ni todo ese viento es utilizable.
Esa característica de la energía eólica la hace especialmente interesante como fuente de producción “en punta” (cuando sopla el viento) pero nunca como cobertura “base” que asegura permanentemente el suministro, como es el caso de la derivada del carbón, el petróleo, el gas o la nuclear.

En un símil marinero, la energía eólica es como navegar a vela. Tendríamos que imaginar un barco que necesitara navegar día y noche durante todo el año, como, por ejemplo, el ferry que enlaza Santander con Inglaterra. Con la tecnología adecuada, la vela podría ser útil y tal vez económica cuando las circunstancias meteorológicas lo hacen posible, pero el barco necesitaría otros recursos que le permitieran navegar en todo momento. Asimismo, la electricidad es un suministro de necesidad permanente para la industria y para importantes servicios urbanos. Este suministro permanente no se garantizaría con una red eólica, por lo que esa capacidad de potencia del 80% del consumo regional no evitaría la necesidad de contar con una red de cobertura alternativa, lo que la convierte en excesiva y altamente costosa tanto para la Comunidad como para el usuario, que acabaría pagando el KW a un precio que penalizaría a la industria y al consumidor de manera excesiva.

En conclusión, la energía eólica parece aconsejable como red complementaria pero no puede ser la red básica. Esto quiere decir que instalar una capacidad eólica para abastecer el 80% del consumo de Cantabria es técnicamente excesivo. El óptimo no es el máximo, como no lo sería viajar con 4 o más ruedas de repuesto, a no ser que el vehículo se dedique precisamente al comercio de este artículo.

Esto explica que el proyecto para Cantabria no tenga precedentes en ninguna otra región de Europa.

-ECONÓMICOS
En cuanto a su lógica económica, el plan se presenta como la solución para abastecer el suministro de Cantabria mediante el despliegue de 700 molinos de gran tamaño el 80% de las necesidades energéticas de la región.

Este punto de partida es inquietante, no sólo por las dificultades técnicas señaladas en el punto anterior sino por estar Cantabria integrada en la red eléctrica de España. Sólo justificaría esta opción una ventaja comparativa que, en tal caso, no debería limitarse al abastecimiento regional sino que alimentaría al conjunto del sistema eléctrico nacional, que, no siendo perfecto, es incomparable más eficiente que un sistema eléctrico autónomo para Cantabria.

Cualquier quimera de autarquía económica, ya sea en energía, en agricultura o en cualquier otro sector productivo sería un planteamiento desastroso para Cantabria. El autoabastecimiento puede ser en algún caso el resultado del juego del libre mercado, pero nunca una política voluntarista impulsada desde el gobierno regional en un sector estratégico. La historia demuestra que el despertar de estos sueños es la amarga realidad, en este caso una combinación de apagones y una factura excesivamente cara de la energía. La idea de dotarse de un sistema de generación autónomo, es decir de abastecer la energía eléctrica de la Comunidad con “kilovatios cántabros”, es desconcertante.

La incoherencia económica y técnica de este despliegue planteado como red de suministro regional hace pensar que, en realidad, el gobierno propone este plan con el objetivo de convertirse en suministrador de energía a la red nacional. En el símil anterior, el vehículo se carga de ruedas porque se dedica a ese comercio.

En tal caso ¿cuenta Cantabria con una ventaja comparativa para suministrar esa energía a la red nacional sobre otros posibles emplazamientos como, sin ir más lejos, el páramo burgalés? Eso es lo que el proyecto debe probar de modo claro. De no ser así, instalar molinos en Cantabria, ya sea para abastecer de electricidad a la propia región o a la red nacional, es una asignación de recursos ineficiente que conduce a un coste de generación innecesariamente caro que al final paga el usuario ya sea por tarifa o por cargas financieras de la región.

Para ese cálculo, se necesita valorar el coste total de la instalación, que debe incluir el coste de oportunidad. Este cálculo económico debe valorar el impacto ambiental sobre un patrimonio natural valioso y frágil que precisamente ahora, al haber mejorado Cantabria sus comunicaciones con el exterior de la región (gracias a las autovías y a los tráficos aéreos de bajo coste), constituye ya el principal activo económico de Cantabria.

-MEDIOAMBIENTALES
Cabe plantearse si el proyecto ha valorado el impacto de 700 grandes molinos en un territorio como Cantabria. Ciertamente, el embate no será igualmente dañino si se instalan los molinos en las playas, opción imbatible si el único criterio es que la zona tenga viento y sea de fácil acceso, que si se integra en el cálculo su impacto en el paisaje. En el caso de situar los molinos en los puntos elevados sobre los valles hay que calcular en términos económicos el coste del desmonte y de las vías de acceso. Alguien puede pensar que ésta es una ventaja del plan, porque esa obra pública crea empleo y genera ingresos a los Ayuntamientos y a la propia Administración de la Comunidad. Pero todos esos costes, de manera directa o indirecta, los acabará pagando el consumidor, salvo el impacto medioambiental, que lo sufrirá la región en su conjunto.

De nuevo, parece aconsejable estudiar las experiencias en regiones de Europa comparables a Cantabria y valorar el coste y beneficio de esta operación.

-POLITICOS
El gobierno asegura que su idea es beneficiosa para la región y, en algún caso, sus defensores achacan a sus críticos falta de visión progresista, y tal vez también falta de visión regionalista. La reacción de la ciudadanía ha sido de aparente indiferencia. Unas quinientas personas se han manifestado pacíficamente pidiendo explicaciones al gobierno en diciembre pasado y siguen con preocupación este proyecto desde su anuncio hace unos meses. De tratarse de un asunto importante cabe pensar que los empresarios, sindicatos, la Cámara de Comercio, consumidores y asociaciones de protección del medio ambiente se interesarían por las repercusiones de este proyecto.

¿Significa este silencio que todas las objeciones anteriores son infundadas? Mi impresión, desde lejos, es que después de treinta años de democracia y habiendo logrado un nivel de desarrollo económico y cultural notables, la sociedad civil de nuestra tierra no ha establecido los mecanismos eficaces de interlocución a través de la opinión pública con quienes legislan y gobiernan. Esta atrofia de la sociedad civil hace difícil para el gobierno la tarea de gobernar la creciente complejidad del momento actual. Esta situación no es exclusiva de Cantabria, pero tal vez entre nosotros se agudiza por ser una pequeña Comunidad uniprovincial. El autogobierno, presente en nuestras leyes desde hace 30 años, no ha entrado aún a formar parte de nuestras costumbres.

La consecuencia práctica de esta situación es que los sectores corporativamente mejor organizados son los que obtienen más fácilmente el favor del legislador y del gobernante. En el caso de este plan, no es extraño que la obra pública que conlleva el proyecto, las empresas de suministros y las eléctricas, que necesitarán importantes incentivos para compensar las ineficiencias del planteamiento propuesto, hayan podido ser más influyentes que quienes deben velar por la eficiencia general del marco económico de Cantabria.

Entiéndase bien que no insinúo que esa eficaz persuasión vaya más allá de lo lícito. Pero se puede defender su efecto de dinamizar la economía y crear empleo en tiempo de crisis, con la perspectiva añadida de alimentar las arcas públicas, dejando a otros la carga de la prueba de que el esquema es caro, ineficiente e innecesariamente agresivo con el entorno natural de Cantabria.
3- ¿QUÉ HACER?

El aspecto a mi juicio central de la cuestión que suscita este plan es el papel que debe jugar en el desarrollo futuro de la economía de Cantabria su gobierno regional y sus instituciones públicas
En materia de energía el gobierno regional debería contribuir a asegurar el suministro de una energía eficiente, económica y sostenible, obteniendo de los responsables de la gestión del sistema eléctrico nacional las mejores prestaciones y contribuyendo a asegurar el funcionamiento del suministro de la manera más efectiva para los usuarios.

Este enfoque no se debería limitar al proyecto de 1500MW eólicos, sino también a los 300MW que, según leo, han sido ya adjudicados a Cantabria. Entiendo que esa cantidad, más que un cupo de producción regional, es un porcentaje del consumo que viene a coincidir con el 20% de energía consumida en Cantabria, que resulta de aplicar el 20/20 (20% de energía limpia y renovable que Europa ha asumido como objetivo para 2020).

Nada impide que, en el caso de una Comunidad uniprovincial como Cantabria, una parte sustancial de esa producción se instale en una zona vecina, si resultara más apropiada y, por tanto, más eficiente en el marco que Cantabria debe considerar como el suyo, que es el sistema energético nacional, al que Cantabria aporta ya su ventaja comparativa importando en el puerto de Santander el carbón que alimenta las térmicas de Castilla.

Esto no excluye la generación de energía eólica en Cantabria. El desarrollo de tecnologías limpias de energía es un sector cada vez más flexible donde no siempre sirve la lógica de las economías de escala. ¿Por qué necesariamente grandes molinos con su inevitable infraestructura costosa y agresiva, que encarece y “ensucia” el kilovatio producido? ¿Por qué no desarrollar un modelo de pequeños molinos, más adaptado a la geografía física y humana de nuestra Cantabria rural? ¿Por qué no plantearse integrar el componente eólico en la dimensión que sea razonable al servicio de una vivienda rural sostenible? Tenemos la oportunidad de aprender de los mejores y copiar lo más adaptado a nuestras circunstancias.

En cuanto a su valoración política ¿Es más progresista la opción que propone más molinos y los molinos más grandes, considerando a Cantabria como un territorio aislado del sistema eléctrico español?¿Es progresista proponer para Cantabria la instalación de una capacidad eólica equivalente al consumo regional para colocar esa producción en el sistema nacional sin considerar otras opciones, fuera de la región, que pueden hacer esa función de modo más eficiente y sin sacrificar el paisaje de nuestra tierra? Me resisto a creerlo.

También me resisto a calificar esa posición como el fruto de una ideología barata. Porque estas líneas no pretenden descalificar a nadie. Y porque, de prosperar, nos puede costar muy cara.

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