EXCURSIÓN POR LOS VALLES DEL SUR DE CANTABRIA 28-02-2010

UNA PRIMERA TOMA DE CONTACTO SOBRE EL TERRITORIO DE LOS VALLES DEL SUR DE CANTABRIA

De Matamorosa nuestro punto de encuentro nos acercamos a Villaescusa. Multitud de figuritas blancas se apresuraban a ocupar sus hacinados nidos en los chopos desnudos. Las parejas crotoraban e iniciaban sus vuelos de cortejo, testimonio ineludible de que a un paso se encuentra ya la primavera.

Atravesamos el frondoso hayedo que se encarama por la ladera hasta casi los pies del Endino.

En el alto de El Bardal, una segunda parada para contemplar la verde pradería regada por un desbordado Camesa y los montes que conforman el Valle de Valdeolea. Tierra de menhires, cenizos, milanos y culebreras y un románico en el que destaca sobre todo la gran concentración de pinturas góticas de sus iglesias.

Tras pasar Olea, Reinosilla y Casasola seguimos el curso del Camesa hasta Mataporquera; se abre a nuestros ojos un auténtico mar fruto del desnieve y del desbordamiento del río, donde a lo lejos vemos incluso gaviotas. Este tramo del Camesa es de los pocos en los que se pueden observar nenúfares.

Atravesando Mataporquera nos adentramos en el Val de prata macedónica más conocido como Valdeprado del Río, o quizás más bien desconocido, frente a sus más famosos valles vecinos.

En Hormiguera un término augustal junto a la iglesia nos indica con certeza dónde nos encontramos:

TER-AVGUST-DIVID
PRAT-LEG-TTTT-ET-AGR
VM-IVLIOBRIG

(Terminus Augustalis. Dividit prata legionis IIII et Agrum Iuliobrigensium)


Desde el pueblo de San Vítores y Sotillo de nuevo una composición de lugar:
al Norte, Somaloma y a sus pies, Los Carabeos,

al Noreste al fondo Los Riconchos; en primer plano al este La Cotorra y el Montezuco, tras los cuales se refugia del cierzo Arcera, y tras el escondido Ebro, el Monte Biguenzo, Loma Somera y Bustillo del Monte ya en Valderredible.

En el fondo del valle las sinuosas y suaves lomas jurásicas de Peñota que vierten sus aguas al Polla. Serpenteante sauceda que sombrea las aguas frías del Polla donde aún encuentran refugio las bravas truchas autóctonas.

A los pies de la iglesia de San Vítores los distintos barrios, que como pueblos diseminados forman propiamente el concejo de Valdeprado del Río.

Mirando al sur pero en la cara norte, al sudio del sol y la sequía, se estira un enorme hayedo desde Valdeprado hasta Quintanas de Hormiguera. En la ladera sur, junto al frondoso e inmenso rebollar de Costumbría resiste aún Candenosa el envite de la despoblación que terminó por hacer desaparecer totalmente al vecino pueblo de Moroso, ya de Valderredible.

Aquí se hace mayor el grupo y serpenteamos los meandros que hace la carretera como si fuésemos aguas que atraviesan rodetes y saltos en Reocín de Los Molinos y nos dirigiésemos desbocados por el desnieve a juntarnos en Bárcena con el Ebro.

Entramos de este modo en Valderredible nuestro tercer valle de la visita, el más famoso de todos, el Val de ripa Iberi, el Valle de la orilla del Ebro.

Como si quisiéramos ralentizar nuestro descenso y saborear con detenimiento estos valles, nos encrespamos de nuevo camino de Rasgada y Navamuel. Hectáreas y hectáreas de matas de rebollas marcescentes, salpicadas de los perennes verdes de los pinos silvestres, que rememoran aquellos tiempos en los que Madoz poblaba estos montes con osos y demás vida silvestre.

Nuestra vista se abre al fin a la inmensidad de los valles cerealísticos preludio de la tierra de campos en los alrededores de Aguilar de Campoo. Pero a la altura de la palentina Cezura, decidimos adentrarnos de nuevo hacia el río Ebro. Ya se presienten las ermitas rupestres viendo las montañas arenosas de roca fácilmente excavable, dejamos a un lado el Cuevatón, y resguardados por las Peñas de la Lora, llegamos a la iglesia de Santa María de Valverde, denominada la catedral del rupestre, donde la espadaña comparte las campanas con cernícalos y lechuzas, a la vista de las numerosas egagrópilas presentes.

El Centro de interpretación del rupestre, queda pendiente para otra ocasión porque la visita merece abordarlo con tiempo. Y en esta ocasión, hay que reconocerlo, tecnología y dinero nos acercan de una forma muy completa y documentada al fenómeno del rupestre en todo Valderredible.


Así llegamos a la iglesia de Castrillo de Valdelomar, impresionante espadaña de aspecto forticado enmarcada por un hermoso fondo natural de inmensos rebollares.

Entretenidos así, vamos acumulando retraso y más retraso en nuestros planes, pero qué importa ante tan majestuoso paisaje.
Embelesados nuestros ojos pero vacíos los estómagos llegamos por fín a Villanueva de la Nía, donde los amantes de la cuchara y tenedor comieron gustosos y los amantes de la comida campestre disfrutaron de los agradecidos rayos de sol tras la tempestuosa ciclogénica.

Y así perezosos retomamos de nuevo el Ebro y el Valderredible más conocido para engaramitarnos finalmente a La Lora a través de Rocamundo. Impresionantes vistas de todo el valle y a nuestras espaldas el zumbido de aspas y rotores de los molinos que amenazan abrir cicatrices y trasplantarse dentro de tan hermoso paisaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario