En los últimos años, la proliferación de parques eólicos en España ha tomado cariz de invasión.
Siempre fui partidario de esta energía limpia, pero todo tiene un límite. Me gusta viajar por España, adoro el senderismo y la fotografía, y estoy contemplando con horror cómo casi sin hacer ruido, sin que nadie se entere, las grandes empresas del sector están destrozando por completo uno de los paisajes más salvajes y hermosos de Europa.
Es más, como los mejores lugares están ya copados de molinos, ahora las empresas se acercan cada vez más peligrosamente a las áreas de montaña protegidas, de forma que ya se están instalando nuevos parques eólicos en los mismísimos lindes de parques naturales. Por ejemplo, en la provincia de Salamanca donde se cierne ahora la amenaza de instalación de docenas de nuevos parques eólicos con centenares de aerogeneradores. Estuvimos a punto de sucumbir bajo la marea de ladrillo y hormigón del crecimiento urbanístico descontrolado, ahora sucumbiremos bajo decenas de miles de armatostes mecánicos que van a destrozar -si no lo han hecho ya- el paisaje de esta hermosa tierra llamada España.
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