Nueva LEY DE CONTROL AMBIENTAL, PARQUES EÓLICOS E INSEGURIDAD JURÍDICA: 35 Los domingos, cavilar Las leyes y las trampas Fernando Merodio 20-01-2019


35 Los domingos, cavilar

Las leyes y las trampas

Fernando Merodio


Esto es -nos dicen- un Estado de Derecho, aquí -también dicen- impera la Ley como garantía de igualdad entre todos, una igualdad que -a mi me parece- debe ser objetivo de toda política. A partir de ello -y para creernos lo que nos cuentan-, vista la radical ausencia de igualdad teórica y práctica, habría que estar muy atentos a los avatares vitales de la Ley, cómo nace, qué dice, si se cumple o no, quién y cómo vigila ese cumplimiento,... Yo tengo mis muy serias dudas sobre todo ello, en especial sobre si nuestras leyes buscan, de verdad, que todos seamos -más o menos- iguales.

Hubo un tiempo en que, sin duda cosa de la -falta de- información, la Ley se veía justa y provechosa -no lo era tanto y, en lo que yo sé, solía procurar, con una buena teoría, adecuar la vieja, ya caduca, al interés del poder-; ahora es lo que vemos, adobado con publicidad falaz que busca ocultar, hasta a los más juiciosos, su similitud con los viejos bandos de la odiosa autoridad competente, que, con dos elementos, regula ad hoc lo que le interesa, el texto o carril por el que debe circular la masa y el velado poder real que, sin auctoritas, la redacta, ordena dictarla y la impone; el resto, estados, gobiernos, partidos, parlamentos, juzgados, policías,... son parte importante de aparato y sistema y, además, farfolla, atavío, disfraz,... Abolida la revolucionaria guillotina francesa, no queda ni el miedo.

El Delirio Montañés, tenaz pedagogo de las formas actuales de la infamia historiada por Borges, contaba hace días en tres páginas que "El Gobierno aspira a desbloquear los parques eólicos con la nueva ley de control ambiental" y, como siempre en lo serio, no informa, tergiversa para engañar al cómodo que se deja, pues una ley de control, sobre todo si atañe al medio ambiente, no debe desbloquear nada sino dificultar el abuso; títulos y texto de aquellos tres pliegos de papel prensa son buen ejemplo de la teoría -y la práctica- que el poder real, económico, y sus bedeles tienen de la ley como simple medio para adecuar a su interés lo que les molesta.



Define la gran falacia de quienes gobiernan, influyen, deciden, legislan,... el primer relato de la "Historia universal de la infamia", de Jorge Luis Borges, en el que, con clara referencia a fray Bartolomé de las Casas y su filantrópico intento fallido de sustituir a los indios por negros de África, narra los terribles hechos de un falso predicador, el atroz redentor Lazarus Morell, ladrón y asesino que prometía libertad a los esclavos, con el infame propósito de venderlos después; en otro estilo, era igual que ahora, "benéficas" normas de control... para descontrolar lo natural.

Un cierto papel de la ley lo explica H.G. Wells en La isla del Dr. Moreau, en la que el náufrago Prendick relata las investigaciones del doctor, sus prácticas de vivisección para injertar animales y humanos, produciendo, entre otras, una colonia de hombres-bestia cuyo gris líder, el Predicador de la Ley, difundía prohibiciones en forma de letanía contra el proceder animal y elogios al doctor, recitada al grito coral de ¡es la Ley!; una novela que, tras turbadoras vivencias en la isla, concluye con Pendrick en Inglaterra, receloso de lo humano, abandonando todo y buscando, cobarde, la paz en el estudio de la astronomía y la química.

Es imagen clara de la idea que el poder tiene aquí ahora de para qué sirve la Ley el concreto, torpe y peligroso cogniturus publicitado por El Delirio para descontrolar -aún más si cabe- el medio ambiente, tras privar de eficacia -porque sí- las hoy vigentes Ley -española- 21/2013, 9 de diciembre, de evaluación ambiental, que es obligatoria, y la aun vigente Ley -cántabra- 17/2006, 11 de diciembre, de Control Ambiental Integrado.

La injustificada decisión de cambiar una ley autonómica de 2006 e ignorar otra española de 2013 se debe, El Delirio dixit y explica Palacio, amorrado desde niño al dinero político, a "un problema con la definición de lo que es parque eólico"; se trata solo, al parecer, de cambiar la definición de lo que es un parque eólico, destructivo agresor ambiental, y facilitar -aún más- los -ya muy fáciles, salvo para los corruptos inútiles- trámites para adueñarse de nuestro mejor territorio y rematar la destrucción de una forma de vida, la campesina, que habría que revitalizar.

Por ello, sorprende e irrita leer que la exposición de motivos del publicitado proyecto de tan ilegítima ley tenga el descaro de empezar con la terrorífica, buenista y gratis denuncia de que "la contaminación, la explotación incontrolada de recursos terrestres y marítimos, el deterioro de hábitats naturales o el calentamiento global son algunas de las cuestiones candentes que vienen a reflejar la capacidad de destrucción que ha alcanzado nuestra civilización y que amenazan seriamente la calidad de vida e, incluso, la supervivencia de la especie humana a largo plazo" y, para evitarlo, incluir un cuerpo que regula el "control, autorización, comprobación y evaluaciones ambientales, vigilancia, régimen y procedimiento sancionador,..." de, no solo el negocio eólico sino toda clase de planes, proyectos, actividades,... que tengan una negativa incidencia ambiental ¿Es ese el fin del ruidoso amago de ley o solo se trata, como se infiere del anuncio periodístico, de allanar el camino a Green Capital -turbio fondo saudí en el que la familia de Florentino Pérez da la cara- y su artero/destructivo negocio?

Por si queda alguna duda, lo ratifica, rotundo, el borrador del anteproyecto de las Directrices del Paisaje de Cantabria, también ahora en histérico y amontonado trámite, que en un impúdico párrafo del Análisis de impactos define como gran éxito, sin duda un lapsus freudiano, que la nueva normativa "evitará en gran medida que se frustren planes o proyectos por cuestiones derivadas del paisaje"; más claro ni el agua, algo que enlaza con la obsesiva y política búsqueda de "seguridad jurídica", ignorando sin duda algo tan elemental como que tal seguridad se asienta en cumplir exactos una buena ley, siendo que aquí, ni hay buenas leyes ni, mucho menos, se cumplen por ellos.

Todo ello evidencia que algo va muy mal, que no nos podemos fiar de quienes -al servicio del poder real- parecen legislar. Enquistadas las injusticias sociales, la desigualdad, estamos degradando irreversiblemente el entorno en que vivimos y el modo en que se enriquece un 1% va en contra de la humanidad entera, es cierto que, como escribió Primo Levi, víctima en el inhumano Auschwitz, "los monstruos existen, pero son demasiados pocos para ser realmente peligrosos, los más peligrosos son los hombres (...) dispuestos a creer y obedecer sin rechistar", así que ya sobran motivos para exigir explicaciones y, como no las hay, alzarse, desobedecer.

El viejo y aun activo rockero gallego Evaristo, de La Polla records, retrata exacto la situación cuando, entre otras canciones, en El Congreso de los ratones, ya en 1985 denunciaba "Señores diputados, la situación es muy grave. / Debemos hacer un consenso para meterlo dentro de un marco. / ¡Qué monada! / Como primer punto del orden del día, actualizaremos nuestro sueldo. / Como segundo punto bajaremos el de los demás. / ¡Que felices son haciendo el mamón, / siempre en nombre de la razón / y su libertad vigilada por los cañones del capital! (...) / Porque aquí siempre mandan los mismos, / un congreso de ratones podríais formar" y si eso era cantable a Suarez, González, Carrillo, Fraga,... por su entrega al capital, cierres, reconversiones, primeras corrupciones,..., ¿qué habría que cantar ahora a la purria que nos (des)gobierna?


Anuncian otro libro sobre compañeros de fatigas, Ruano, Sauquillo, Lola, amiga, corajudos jóvenes asesinados que reviven en mí con Jose, mi hermano, y remueven algo que, como lo arriba dicho, evidencia lo inútil, hasta ahora, de una odiosa, triste, fatigosa historia. Su recuerdo y el cariño hacia ellos y los muchos que, sin pedir nada a cambio, lucharon, exige seguir denunciando la enorme, evidente, falacia nacida tras ellos, asumir los riesgos actuales -distintos pero graves- y revitalizar su joven pelea, intentar al menos que esto sea, de verdad, un estado de Derecho por la igualdad.

Dolores González, Enrique Ruano y Francisco Javier Sauquillo

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