Arcera-Aroco, ejemplo y síntoma
Fernando Merodio, 13/12/2020, Los domingos, cavilar
https://fernandomerodio.blogspot.com/2020/12/145-los-domingos-cavilar-50-covilacion.html
Los Concejos
Abiertos -o como se los llame ahora en los distintos lugares-, además de
propietarios de la mayor parte del territorio -en lo que dicen Cantabria, ese
territorio es el de nuestros bellos, productivos, sostenibles,... montes- son pieza
básica de la estructura organizativa -en especial sociopolítica- del Estado
español, entidades locales mínimas que, por tener muy pocos vecinos, pueden reunirse -y, de hecho, lo hacen- a toque de
campana, en Asamblea Vecinal y son reductos administrativos últimos de la forma
directa de la democracia -o sea de la democracia-, con voz para todos los
interesados y voto solo para los empadronados, lo que, sin necesidad de entrar
en mayores detalles, explica las egoístas razones para que el poder venal, todo
el poder actual -económico y político-, los odie y quiera hacerlos desaparecer.
A diferencia de los alcaldes de los ayuntamientos y el
resto de los altos cargos en la estructura de poder político-administrativo, en
especial los presidentes del gobierno, que trepan por las grasientas rampas de
corruptos partidos, al del Concejo lo
eligen de forma democrática -directa, no delegada- los vecinos para ejercer los
derechos y obligaciones del cargo, aquí regulado por la Ley 6/1994, que, en sus artículos 6, 7 y 8, atribuye al Concejo en su territorio las facultades
del Pleno municipal y a su Presidente las del Alcalde, explicando el notorio
hispanista británico Raymond Carr que, ya en 1830, existía la sucia ambición constante
de asaltar lo de todos, pues “los propietarios acomodados trataban de forzar
la venta de los bienes comunales”, un asalto hoy convertido en
anti-histórico e ilegal intento de minimizar el control de las propiedades
comunes por los vecinos, obviando lo esenciales que, especialmente en la turbulenta
situación actual, son -y, sin duda, serán en el futuro- los Concejos.
Arcera-Aroco son tres
barrios, el de Arriba, el de Abajo y Aroco, un hermoso pueblo de nuestro sur, en
Valdeprado del Río, entre Campoo, Valdeolea, Valderredible y Palencia, del que
el vivir injusto, el frío invierno, el aislamiento y la insolidaridad del resto
expulsaron poco a poco a sus, también pocos, vecinos, obligándolos a adaptarse
a lugares con apariencia más cómoda pero más inhumanos e ilógicos; han pasado
los años y la razonable nostalgia del cansado, jubilado de su abusivo trabajo
por injusto salario, empuja al que se fue a regresar en busca del tiempo
perdido, del imborrable poso, aún sentido, de la íntima añorada magdalena de la
infancia que, con emoción y belleza, reencontrara Proust en su obra maestra, “À la recherche…”, recuperar lares añorados, habitarlos, ocupar, volver a usar
el territorio comunal, ancestral legado, vivir lo propio, dotarlo del hermoso
estar que, injusticia histórica, hace años le robaron.
Como ejemplo, no único ni excepcional, resumo el
patrimonio comunal que, lindante con Castilla, con unos 30 vecinos
empadronados, gestiona en propiedad el Concejo
de Arcera-Aroco:
Frente a tanta riqueza, a Arcera-Aroco lo amenazan de
forma grave e inminente -con el solo auxilio del Concejo Abierto y la
Plataforma para la Defensa del Sur de Cantabria-, cosas del “progresismo”, tres sondeos previos para
investigar el fracking, uno de ellos,
de 11 Ha., en el Montezuco, varios proyectos eólicos ilegales, como el llamado P.E. Céspedes, iniciativas para quemar
biomasa a escala industrial, la cantera La
Fábrica y el permanente abuso de un ganadero venal que arrasa el territorio
y, hasta fecha bien reciente, con la turbia cooperación necesaria del alcalde y
los secretarios municipales, declaró en falso los terrenos comunales y
privativos del Concejo y provocar la malversación de muy importantes
ayudas europeas, la PAC,…
El
sistema es herramienta cruel que el poder impone porque le conviene, reglas y
principios que acotan todo como quiere el capital, teorías económicas y dicen con
desfachatez que también principios, imposición de una forma injusta de reparto;
tanto el frustrado capitalismo, Estado-partidos, como lo que, sin serlo, aun dicen
socialismo, también frustrado, Estado-partido, son ese sistema, que aquí ahora
es capitalismo sucio y un régimen que lo sostiene, recipiente de estiércol,
corrupción, burocracia, sin intención de defender al pueblo,...; Cantabria,
cutre y pequeña, es ejemplo, servicial en el peor sentido, no productiva. Sistema
y régimen decidieron que Montesquieu había muerto sin dejar rastro de los tres
poderes independientes que -solo al serlo- son útiles para impedir que nos gobierne,
legisle y juzgue siempre el capital apoyado en partidos, sindicatos, subvencionados
diversos, …, burocracia, oligarquías que, costosa rémora, impiden la lucha y solamente
son, con excepciones escasas, muy altos sueldos, injusto patrimonio de los que abandonan
al resto empapado a la intemperie.
Es
cierto, lo sabemos todos y, a pesar de ello, callamos; Vila-Matas en “Bartleby
y compañía” homenajea a Melville y al escribiente que fue serio, pulcro y educado
hasta el día en que, harto, al ser requerido para que una vez más realizara el
trabajo que, fiel, dócil y exacto, ejecutaba siempre, expresó un deseo humano,
suyo: “Preferiría no hacerlo” y, tras
manifestar tal deseo, pasó a la práctica, no colaboró, negó el sistema con un NO
lúcido, que debe ser el futuro; su inactividad y silencio no fue cómplice
cobarde, sino grito contra lo arbitrario injusto, fue revolucionario, activo; habla
también Vila-Matas de Traven, “el más
oculto de los escritores ocultos”, defensor de derechos de todos, genial
autor de “El tesoro de Sierra Madre”, hoy reeditado, base de un gran
film de Huston, alegato contra la ambición, sus causas y efectos. Pienso en
ello y en quien dijo que hay tres clases de testigos: los que han visto bien,
pero dudan, los que han visto mal pero creen haber visto bien y los que no han
visto nada y creen haberlo visto todo, a las que añadiría una cuarta, la más
relevante, la de los que tras ver, visto lo visto, lo dicen como hacía que
Traven, que convirtió la escritura en tajo.
En Arcera-Aroco,
los que se fueron regresan y hallan, además del feraz territorio, lo peor del
sistema, un régimen “progresista” dominado
por capital eólico, política turbia, tierra esquilmada, ganado ilícitamente
subvencionado, despilfarro, abuso, restos de un provocado naufragio,
inseguridad y Administración corrupta hasta el tuétano que lo propicia, régimen
de un sistema, en el que un alcalde y dos secretarios indignos quieren disolver,
craso error que será su cenotafio, el Concejo
Abierto de Arcera-Aroco, pues molesta a sus amos, maldad dañina que nos marca
la tarea y que el Concejo Abierto ,
además de ejemplo, es síntoma de lo que, si no actuamos, viene.
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