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Pedro Costa Morata,
ecologista histórico, autor del libro "Nuclearizar España", editado
en 1976 y reeditado en 2001 dice en dicho libro:
Las compañías
eléctricas españolas, privatizadas, en régimen de monopolio práctico,
usufructuando un servicio público y obteniendo un alto nivel de beneficios
constituyen un escándalo nacional. (S. Roldá, J. Muñoz y A. Serrano- Las
eléctricas y sus tarifas- Triunfo, 1 de febrero de 1975)
El conjunto de
empresas eléctricas posee una serie de rasgos que permiten calificarlo de
feudal (…): concentración progresiva, monopolio regional, privatización casi
total, status privilegiado, apoyo incondicional de parte oficial, estrecha
vinculación con la clase dirigente, prosecución de la rentabilidad económica a
ultranza, etc.
La explotación
mercantil de las eléctricas sigue asemejándose a las relaciones señor-siervo
del estado feudal. Como allí, el señor es difícilmente controlable por el
“poder central” e impone su ley en el espacio reservado a su autoridad
particular. La voluntad feudal se realiza ante la preeminencia teórica del
soberano común que, de hecho, carece de poder efectivo para materializar su
autoridad. ¿Quién impone su voluntad a quién? (…)
Ante este estado de
cosas, el siervo-consumidor no encuentra más salida que acatar subida tras
subida y norma tras norma, sin posibilidad de protesta eficaz. (…)
El sistema
mercantil eléctrica-abonado se resuelve en unas relaciones de desequilibrio, de
imposición. Se trata de una explotación a discreción, con el espaldarazo de la
Administración, que actúa caucionando un monopolio de hecho. (Pedro Costa
Morata-Nuclearizar España, 1976)
No hay solución
energética posible, ni económica, si no se asumen principios esenciales de
ahorro y austeridad. (Pedro Costa Morata-Nuclearizar España, 1976-2001)
Es curioso destacar
que la “conversión” del sector eléctrico a esta energía (eólica) ha sido
radical e instantánea, ya que durante decenios le dispensó una hostilidad
infatigable. La causa es sólo una: ahora es cuando las ayudas económicas y
normativas del poder han merecido la atención de estas empresas. (Pedro Costa
Morata-Nuclearizar España, 1976-2001)
Este fenómeno de la
expansión fulminante –y algo obsesiva- de la energía eólica nos sitúa ante
nuevos problemas y consideraciones. La primera es que los excesos no son buenos
ni siquiera en materia de energías renovables. Ahí está esa transformación
radical del paisaje que impone, aniquilando ese patrimonio cultural y
espiritual (los escenarios de nuestra niñez, el horizonte limpio) que nos
pertenece de forma irrenunciable. (Pedro Costa Morata-Nuclearizar España,
1976-2001)
Nunca la
sensibilidad ecologista admitirá la concentración energética, porque sólo males
y errores se derivan de ella, pero la dispersión de centenares de parques eólicos
por toda la geografía (con mínimas áreas de restricción) son un atentado
ambiental global y una solución energética conflictiva. A estos resultados
nocivos han contribuido algunos grupos ecologistas, estimulando ingenuamente
esta forma energética por su aparente ausencia de impacto y aliándose
tácticamente con empresas que iban a lo suyo. (Pedro Costa Morata-Nuclearizar
España, 1976-2001)
Es ingenuo e
imprudente pensar que en manos del mercado alguna energía pueda resultar
“limpia” porque, que se sepa, la empresa privada no se mueve por objetivos
ambientales sino que busca un beneficio lo más rápido y fácil que sea posible.
(Pedro Costa Morata-Nuclearizar España, 1976-2001)
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