La mesa del negocio eólico
Manuel Huerta falsea la realidad cuando en una laudatoria y reciente entrevista dice que el recurso eólico de nuestra región es “el más potente de Europa y está parado”. Sin duda, un lapsus freudiano, cuando en realidad está pensando en su anhelado desde hace ya demasiado tiempo “negocio eólico”, para sí y para los que se ocultan con él tras el rimbombante nombre de Crossfield Engineering, primera pata de la mesa, que define la nada de pequeños especuladores del pelotazo rápido y sus pretensiones de reservarse una parte importante del territorio de todos para sus negocios a través de una aparente puja de megavatios que lo que en realidad subasta es el territorio mismo.
Si son tan potentes ¿por qué han conseguido 0 Mw en la subasta eólica y, aliado con General Electric, los ha arrasado un advenedizo charcutero aragonés? Aquí lo tienen muy fácil, porque no es cierto que Medio Ambiente sea más estricta que en otros sitios, ni la tramitación más compleja, si no que, aún hoy, después de que se les hundiera el contubernio del ilegal Concurso, pretenden colarnos los molinos de la misma forma que entonces, sin siquiera respetar las mínimas normas medioambientales que regula el PSEC 2014-2020, ni las zonas LICs, ni la previa ordenación de un vacío PROT, que nada ordena, ni un Plan Eólico, ni una Evaluación Ambiental Estratégica (EAE), ni nada de nada…
Sin necesidad de ser mal pensados, se entrevé un entramado similar al descubierto en Castilla y León, consistente en reservar una parte de las adjudicaciones eólicas a empresarios locales, que, resueltas las trabas en oscuros despachos, se las revendían a las corporaciones con un gran beneficio, del que un buen pellizco iba a los políticos y altos funcionarios que facilitaban las autorizaciones.
Los “buenistas” de siempre, ignorantes o falsos, proponen una “mesa” para negociar y ya tenemos dos patas, la administración y los listos de siempre, las llaman empresas, que, con mínimo riesgo, hacen negocios adquiriendo derechos que venden más caros en el oscuro terreno que bordea lo público y lo privado, sin evidenciar de qué lado están.
En esta segunda pata, Administración, Gobierno regional y Ayuntamientos (que no informan a los Concejos y concejales no afines ni a los afectados), destacan el lobista Martín y su mano derecha Pelayo, ambos responsables de la ilegal y amiguista tramitación del Concurso eólico anulado por los Tribunales, sin Evaluación Ambiental Estratégica, ni un Plan Eólico que le diera respaldo, que ahora pretenden imponer, con el suave aval de la Universidad, la vuelta a las mismas maneras usadas en aquel, sin ningún control, ni siquiera cumplir las malísimas leyes que ellos han aprobado.
La tercera pata serían los que, pluriempleados al servicio de las empresas eléctricas, quieren dar la apariencia social de multiemprendedores, como Agustín Valcarce, presidente al mismo tiempo de la Asociación eólica, representante de Biocantaber, o sea, Iberdrola, o de fantasmas del viento como Eólica 2000, o medioambientales Teican Medioambiental, que pretenden dar coartada legal a los proyectos del ilegal Concurso y, el colmo, lo presentan como uno de los mejores fichajes de Solabria Energía, cooperativa energética que, pues todo vale, dice promover la generación distribuida y la soberanía energética y lo que en realidad pretende es vender la energía de las grandes empresas del oligopolio.
Valcarce se explaya feliz en sus medios “amables”, pues se han archivado los megaparques industriales eólicos Castillo y La Magdalena, promovidos desde Castilla y León por patronos pesqueros especuladores; una gran noticia, quedan montes libres para los “autóctonos” con buenas relaciones en la Consejería de Industria y La Magdalena coincide en ubicación y molinos con Peñas Gordas, agresivo parque que promueve Biocantaber-Iberdrola, a la que él representa.
Y la última pata serían los autodefinidos expertos ambientales cómplices y los afectados, supuestos “idiotas” que, como nosotros, ya han solicitado en Industria tres veces en los últimos dos meses la lista de parques en tramitación y ni les contestan pese a los muchos datos que, con pelos y señales, difunden ahora sus medios amigos.
Esta cuarta pata es la que Weber denomina “socios necesarios”, los que proporcionan la coartada social y la imagen participativa, la que sirve de engaño para cambiar las ideas de los bienpensantes e imponernos sus negocios como necesarios y positivos, medios de manipulación, ONGs, Universidad y demás organizaciones debidamente engrasadas con las subvenciones que, desde su paternalista atalaya de supuestos e imparciales expertos, pretenden imponer lo que les conviene sin tener en cuenta a los afectados, en este caso, los escasos pero combativos vecinos del sur, ni preguntarles siquiera, qué es lo que quieren para su tierra y sus familias.
Quede, pues, muy claro, nosotros no pintamos nada en la “mesa del negocio eólico”.
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