El sábado 26 de abril de 1986, se produce, en la central de Chernobil (ucrania), el mayor accidente nuclear hasta la fecha.
Ese mismo año, a 2000 kms de distancia, varios vecinos y vecinas de la localidad alemana de Schönau, afectados por el impacto de la catástrofe, comenzaron a crear puntos informativos en los que alertaban de los peligros de este tipo de producción eléctrica. Durante los siguientes años llevaron a cabo distintas iniciativas para reducir el consumo eléctrico, incentivando alternativas a ese modelo energético tan peligroso y nocivo.
Entre las alternativas, propusieron a la compañía eléctrica peticiones tales como desarrollar una generación eléctrica libre de energía nuclear y aplicar modificaciones tarifarias para premiar el ahorro de energía. Ante un silencio de años por parte de la compañía, un grupo de vecinos y vecinas se atrevió a soñar y se planteo un reto más difícil todavía: crear su propia compañía eléctrica.
Para conseguir aquel utópico objetivo, deberían ser capaces de extender la idea y de romper el monopolio energético, enfrentándose a la oposición de los lobbies y las presiones políticas. De esta manera, y tras 11 años de lucha para impulsar un cambio de modelo energético, alcanzaron su meta: fundar la cooperativa ciudadana EWS, exitoso ejemplo internacional de energía comunitaria. En la actualidad, la ciudadanía es la que gestiona la red eléctrica, y promueve la energía renovable dentro de las bases de la democracia energética.
En el año 2018 y a 1.500 kms de ese pequeño pueblo alemán, en Valdeprado del Río, ¿nos podemos atrever a soñar?
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