Vientos de corruPPción. Trama eólica de Castilla y León


Vientos de corrupción

ERNESTO ESCAPA, Diario de León 04/05/2017

Las heladas de abril retrasaron la deflagración corrupta hasta el primero de mayo, aunque los ruidos eólicos vienen de largo. En esa cesta vivaquean pájaros vernáculos y carroñeros atraídos por el banquete de la buitrera. Sin salir por ahora de la trampa con los vientos, aguardan su desvelo los manejos piratas de la Perla Negra y el pelotazo rústico de Portillo. Dos casos con proceder absurdo, que explica el aliciente corrupto. Pero hay más colgantes, que acreditan la voracidad de los encausados, integrantes del segundo nivel del núcleo duro de la política autonómica: el que tiene que ver con la gestión de los asuntos económicos. Ahí aparecen, en primer plano, Rafael Delgado y Alberto Esgueva, de cartonajes San Cayetano y radicado como constructor en Varsovia. Sus ordeños de la siembra de molinos eólicos por Castilla y León, a lo largo de seis años, les procuraron un beneficio superior a los ochenta millones de euros. Y eso que el procedimiento articulado fue tan tosco como eficaz. Según la querella de la fiscalía anticorrupción, que ha tardado años en madurar el asunto, Rafael Delgado se atribuyó irregularmente (a criterio de la Intervención del Estado), en 2004, la facultad de autorizar los parques eólicos, mediante una triquiñuela que hurtó su competencia a las delegaciones territoriales. Esa apropiación le permitió vigilar y manipular el trámite de los expedientes para conceder o paralizar autorizaciones con independencia del cumplimiento de requisitos legales.

En este punto, conviene echar la vista atrás y recuperar el revuelo que por entonces generaban los parques eólicos, cuando el promotor se acercaba a un pueblo, convocaba concejo y anunciaba la lluvia de dinero que les iba a caer durante años por prestar sus tierras abandonadas para la plantación de los molinos. Luego, muchos de aquellos promotores espontáneos veían cómo sus proyectos permanecían congelados, mientras se colaban los pertenecientes a la trama eólica, en la que ya estaban el cartonero Esgueva, la constructora Collosa y varias filiales de Iberdrola. Alberto Esgueva había tenido un tránsito bienal por la Junta, entre 2004 y 2006, como responsable de Excal, la empresa pública de internacionalización creada por Pérez Villar y Roberto Escudero bajo el gobierno de Aznar. Por su parte, la estancia de Delgado como alto cargo se prolongó durante dos décadas, desde 1995 a 2015, pasando por Industria, Comercio y Turismo, Educación y Cultura y Economía y Empleo, siempre como segundo de a bordo. En 2004, Delgado decidió otorgar a su compinche Esgueva una potencia eólica equivalente a la nuclear de Garoña: 500 megavatios. El 1 de diciembre de 2004 Iberdrola firmó con Esgueva un acuerdo para que le despejara el terreno de permisos y licencias. Concluida la cosecha, Esgueva vendió su parte a Iberdrola por 47,1 millones de euros. Más o menos, la mitad de la mordida.

Después de la fase eólica, Esgueva emergió de nuevo como coleccionista de subvenciones públicas con el proyecto Desarrollos naturales, radicado en los montes Torozos, para el que recibió una ayuda de 1,6 millones en 2011, mientras se movía en Ferrari por Miami con Delgado y el conseguidor Esteve, viejo amigo de Aznar, del logrero Aristegui y del abominable Blesa. Apagado el espejismo del oasis de los Torozos, que trató de vender sin éxito a sucesivas comitivas cataríes, emigró como constructor a Polonia, en compañía de Martín Giraldo, un descarte de la constructora Unifica, encargada de la obra en negro de la sede nacional del PP y de la distribución interior de la Perla Negra, en Arroyo de la Encomienda. Otros casos por venir

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