Autor:
Jorge Casanova
Localidad:
la voz/redacción.
Fecha de publicación:
19/12/2010
Jorge Casanova
Localidad:
la voz/redacción.
Fecha de publicación:
19/12/2010
Algún tanatorio y buenas orquestas en las patronales. Poco más se puede añadir a la cuenta de resultados sociales de la mayoría de las parroquias que vendieron o alquilaron sus terrenos para la instalación de parques eólicos. Quince años después del montaje de los primeros aerogeneradores, la promesa de desarrollo rural que se intuía para, al menos, aquellas comunidades más afectadas, ha quedado diluida en casi nada. Por lo menos, de momento.
Pese a que las condiciones han ido variando con los años, en general para proteger mejor los intereses de los propietarios, el canon que reciben la mayoría de las comunidades es escaso. Además, las rentas revierten en comunidades formadas en su mayor parte por comuneros de edad avanzada, donde la iniciativa es un bien escaso. «Hai autonomías nas que a renda media por xeración de enerxía triplica o que se cobra en Galicia», explica Xosé Antonio Diéguez, de la asociación Ventonoso; un colectivo que representa a más de un millar de propietarios en toda Galicia, la mayoría descontentos: «En Aragón hai contratos por riba do 5% [de lo generado por el parque], en Canarias chegan ao 6%». En Galicia apenas se alcanza el 2%.
Algunas comunidades de montes que ya mantenían una buena estructura asociativa han conseguido aprovechar el impulso de la renta eólica para poner en marcha nuevos proyectos e incluso generar una modesta bolsa de empleo para mantener la actividad en el monte. Sin embargo, se trata de casos contados y con una proyección lastrada todavía por las bajas cantidades que perciben y que necesita otras subvenciones para poder mantener su actividad.
El primer canon
Con contratos de cesión firmados por treinta años, no parece que las perspectivas vayan a cambiar a corto plazo y muchos de los oreados ayuntamientos que soportan los aerogeneradores seguirán envejeciendo sin remedio. Este año, la Xunta percibió poco más de 22 millones de euros en concepto de canon eólico. Parte de esa cantidad será reinvertida en los concellos afectados por los parques. Por primera vez, los ayuntamientos compartirán la tarta eólica. El reparto está comprometido para proyectos que fomenten el empleo y la preservación del medio ambiente, aunque la modesta cantidad que comparten Xunta y Administraciones locales no augura proyectos espectaculares.
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