Manuel González. 23 de septiembre de 2014 Cinco Días
Que el sector eléctrico español es un cúmulo de despropósitos no lo niega nadie. Que la solución es difícil de alcanzar mientras se siga estando en manos de un oligopolio que con una mano pide comprensión y hasta ayuda para poder ofrecer sus mejores servicios, mientras que con la otra entorpece toda posible reforma que le haga perder sus jugosos dividendos es una sospecha cada vez más evidente. Pero, aunque buena parte de la culpa de que paguemos la electricidad a uno de los precios más caros de Europa sea culpa de este oligopolio, la mayor de las culpas recae sobre una legislación obsoleta y orientada a proteger más las inversiones y los intereses de estas grandes empresas que al consumidor o a fomentar la creación de pequeños productores que puedan introducir algo de competencia al mercado eléctrico.
De hecho, un ejemplo que puede ilustrar tal hecho, es la política de las grandes empresas productoras de cerrar el grifo de la producción de la energía eléctrica más barata cuando hay exceso de producción. Esto, aunque sea un absurdo en la realidad es lógico, ya que en el sistema de establecimeiento de precios, la electricidad con origen más económico tira hacia abajo del precio del Kw/h, por lo que conviene eliminar el máximo posible de esta electricidad a la hora de la determinación de los precios. Esto es algo que puede explicar el porqué del interés de parar centrales nucleares (al margen de otras cuestiones medioambientales), centrales hidroeléctricas, con mucho menor impacto ambiental y ya totalmente amortizadas, o los molinos eólicos, cuya producción se hace a coste cero, eliminadas amortizaciones.
Pero además, hay más factores que explican el encarecimiento de la electricidad:
Por un lado están los factores ambientales, sobre los que no se tiene control: si no hay viento, no se puede producir energía eléctrica. En este sentido, el 05/09/14 tuvo lugar el triste récord de producción eólica: 147 megawatios en toda España a eso de las 11:00 de la mañana. El 99% del parque eólico español a esa hora no estaba produciendo nada de energía. Igualmente, años de sequía afectan profundamente a la producción hidroeléctrica. Por parte de la demanda, el excesivo frío en invierno, o un calor desmesurado en verano disparan el consumo sin que esto se vea acompañado necesariamente de un aumento de producción.
Por otro lado están los factores de infraestructura y los condicionantes legales, sobre los que si podemos realizar mejoras sustanciales. Por ejemplo, al igual que existen momentos de poco viento y poca producción, existen otros en los que auténticos vendavales disparan la producción hasta convertir la energía eólica en la primera fuente productiva, como el 25 de diciembre de 2013, a la dos de la madrugada, momento en el que se produjo el récord histórico de producción eólica, con 13.567 megavatios funcionando (68% de toda la electricidad que se estaba produciendo). En esos momentos, el precio del Kw/h se desploma, llegando su precio a ser hasta de 0 € por Kw/h en el mercado de generación (durante casi todo el invierno pasado así fue). Encontrar un baremo que compense esos extremos es una tarea pendiente. Pero aún lo es más evitar el derroche de energía cuando estas circunstancias se dan: España lleva dos años batiendo récords en vertido de electricidad por exceso de producción. En concreto, en 2013 alcanzó los 900 gigavatios tirados a la basura. En 2014, ya van 500 gigavatios, más que entre 2009, 2010 y 2011 juntos. Esto supone el 0,4% de la energía total producida, que se va directamente a la basura porque ni se puede almacenar ni se puede gastar en ese momento.
La solución pasa por aumentar el sistema de interconexión con los países vecinos. En la actualidad, sólo el 4,3% de la capacidad productiva española tiene interconexión internacional, a saber: 2.300 Mw con Portugal, 1.400 con Francia y 600 con Marruecos. Esto supone una de las más bajas tasa de Europa lo que hace que España sea una “isla energética” (definida así por la propia Red Eléctrica Española) y aumentar la interconexión ayudaría a poder vender esos excedentes y comprar a un precio más competitivo que la producción nacional cuando el precio el mercado de generación del Kw/h se dispare, lo que quizás podría introducir una bajada general de los precios así como una estabilidad en los mismos, circunstancia que tal vez el oligopolio eléctrico español aún no esté dispuesto a asumir. De hecho, lo que está claro es que tanto el mercado, como la legislación del mismo van evolucionando al ritmo al que las grandes eléctricas del país pueden asumir para no incurrir en pérdidas derivadas de la amortización de sus inversiones.
Pero esta interconexión internacional pasa por la interconexión interna primero; en España existen 11 sistemas eléctricos independientes: el peninsular, dos en Baleares, seis en Canarias, Ceuta y Melilla. Este puzle de sistemas eléctricos no pueden sino, por un lado empujar los precios de generación hacia arriba, ya que los excesos de producción en un sistema no pueden compensar las faltas en otro, por otro lado, motivan que la creación de un sistema de precios único en todo el país sea casi imposible, debiendo realizar Red Eléctrica Española auténticas carambolas diarias para poner freno a los desajustes.